dissabte, 20 de desembre del 2008

Museos del Sur

MANUEL BORJA-VILLEL, originalment a EL PAÍS

La nuestra es una época de crisis que, según Immanuel Wallerstein, es sistémica. Por ello es importante que los museos elaboren paradigmas históricos que nos ayuden a entender mejor el mundo en que vivimos. Necesitamos comprender el presente con relación al pasado y pensar las posibilidades que el futuro nos depara. El museo tiene la obligación de apuntar a ciertos caminos y no a otros. Y esa elección nunca puede ser técnica ni dictada por una racionalidad formal, sino que entraña lo que Max Weber denominó racionalidad substantiva. Cuando el "todo vale" es la norma y la confusión de ideas es general, esta elección o serie de elecciones se perciben a veces como rígidas, elitistas o dogmáticas. Cuántas veces hemos oído las voces apesadumbradas de aquellos que piden una especie de eclecticismo de nuevo cuño como forma de salvaguardar una pretendida democratización de la cultura. Sin embargo, la racionalidad substantiva es todo lo contrario, es el ejercicio de reconciliar lo que aprendemos de la ciencia y la moralidad y denota siempre una elección ética.

La modernidad no comienza en el siglo XVIII, sino en el XVI con la conquista de América

La mayoría de la humanidad no goza de nuestros "avances" técnicos y culturales, sino que constituye el Sur geopolítico del que habla Enrique Dussel y representa la otra cara de la modernidad. Ese Sur no está situado en un periodo pre o posmoderno, el tiempo anterior a una modernidad que se realizará en cuanto se apliquen los mismos criterios que han servido para Europa y Estados Unidos. No se trata del estadio menos evolucionado de un proceso único, porque estamos en un mundo en que el centro presupone la periferia y viceversa; y el desarrollo del primero está totalmente relacionado con el de la segunda. El problema reside en que esta otra modernidad es subalterna, no tiene voz. Ha de acatar nuestras reglas, ya que se considera que éstas son generales.

La concepción modernista de la historia buscó sus orígenes en la Ilustración, en la razón pura de Kant, que indica una visión del mundo idealista y eurocéntrica. La modernidad se inició con la expansión de Europa en el mundo y con la centralidad que ésta se autoconfirió, por la que no sólo dominó el sistema mundo, sino que ignoró la existencia del Otro. Europa imaginó su historia particular como si fuese universal y lo que realizó como centro de poder se lo atribuyó a su propia creatividad, como sistema cerrado, autónomo y autorreferencial. Nunca se definió como un centro hegemónico desde donde se controlaba la información, se procesaba el aprendizaje y se edificaban las instituciones que permitían una mayor acumulación de riqueza en la metrópoli, explotando sistemáticamente a la periferia. No advertirlo es obviar la violencia de la colonización europea.

La forma de romper este orden discursivo consiste en que la razón instrumental vaya acompañada de un criterio ético, que es siempre exterior al poder establecido y habilita la interpelación de la Totalidad por el Otro. La interpelación -el acto del habla que le permite hablar al que queda fuera de nuestra construcción discursiva, es decir, al que está afuera de nuestro sistema de inteligibilidad- es el momento de esa exterioridad, de un ser otro, diferente de la comunidad institucional oficial que sólo defiende sus intereses. Esta exterioridad no niega la comunidad, sino que la descubre como lugar de convergencia de personas y grupos libres para estar en desacuerdo. El interpelar, al actuar siempre desde el exterior del derecho vigente, se opone por definición al consenso y a la historia que excluye; y su argumentación es siempre radical y difícilmente aceptada. Si el discurso oficial deja al dominador del centro en total inocencia de las posibles crueldades cometidas en la periferia durante la modernidad, la interpelación las denuncia.

¿Qué pasa, sin embargo, si sustituimos el ego cogito de Descartes por el ego conquiro de Hernán Cortés? Nos damos cuenta de que la modernidad no comienza en el siglo XVIII, sino en el XVI con la conquista de América por los reinos peninsulares. Es entonces cuando se produce lo que Marx denominó acumulación originaria y se empieza a conformar la organización mundial actual. Si esto es así, deberíamos pensar que no existe una única modernidad, sino múltiples y que éstas son interdependientes entre sí, a la vez que tienen impulsos diversos y se pueden originar en momentos distintos. También tendríamos que reconocer que, en el plano artístico, una de estas modernidades, al menos la relacionada con el mundo iberoamericano, empieza con el barroco, esto es, con una cultura teatral, basada en la multiplicidad y el pliegue. De esta forma, manifestaciones plásticas como las de Lygia Clark, Hèlio Oiticica o Gego tienen su sentido, no tanto porque sean artistas fundamentales para entender la modernidad que nos ha venido dada desde Europa y Estados Unidos, sino para aprehender otras prácticas estéticas y políticas.

¿Qué hacer ante un pasado en el que no nos reconocemos y un presente que no nos gusta? ¿Cuál es la función del museo en el mundo contemporáneo? ¿Existe alguna alternativa al museo moderno o al que responde a la cultura del espectáculo? Me gustaría pensar que sí. El museo se mueve entre la subversión y la absorción, la pasividad contemplativa y la ruptura activa, el Estado y la multitud, la creación y el mercado. Por un lado, es cierto que es muy difícil pensar que las formas artísticas puedan abolir las fronteras; pero, por otro, también lo es que sirven para desplazarlas. En un tiempo en el que todos los centros de arte han entrado en una espiral sin límites hacia la ampliación de edificios y franquicias, en que el capitalismo ha alcanzado una expansión que no conoce fin, quizás ha llegado la hora de un cierto repliegue, en el sentido que Pasolini le daba al término: no un giro hacia adentro, sino hacia afuera. La atención a la frágil vida de los cuerpos, la hostilidad hacia la cosificación de nuestra existencia, la manifestación explícita de la desaparición de la frontera entre lo público y lo privado son algunos de los elementos más interesantes de incisión política.

El Museo Reina Sofía está hoy en una situación privilegiada para desempeñar un papel importante porque, a diferencia de los otros grandes centros de arte europeos y americanos, está todavía por hacer. Su estructura no se halla aprisionada por el corsé modernista, ni ha sido todavía absorbida por la cultura del espectáculo. Más aún, en ese Sur del que hablamos, en el que las instituciones son muy endebles, tiene la obligación política de proponer y promover una alternativa. Ésta se centraría en tres aspectos:

a) Una(s) narración(es) alternativa(s) a la historia moderna.

b) Nuevas formas de intermediación.

c) La consideración del espectador no como un sujeto pasivo ni consumidor, sino como agente, un sujeto político.

Un gran número de culturas tiende a fundamentar la historia de su arte y literatura en unos textos fundacionales que, al definir la naturaleza de su propia comunidad, tienen algo de sacralizado, absoluto y excluyente. Éstos asientan el núcleo de lo que en su momento se percibió como una comunidad amenazada a partir de la segregación de toda divergencia. Ése ha sido, sin duda, el origen de las grandes narraciones que han constituido la ideología dominante durante los siglos XIX y XX. Como sostiene Edouard Glissant, estos relatos, derivados de la escritura épica y casi escritos al dictado de los dioses, están íntimamente ligados con el objeto cerrado, la trascendencia, la inmovilidad corporal y con una especie de tradición de la consecución, que denominamos pensamiento lineal. Hoy, por el contrario, no resulta ya posible garantizar este tipo de unidad formal, impensable en un mundo que se ha hecho pequeño y en el que es perentoria la necesidad de inventar múltiples formas de relación que cuestionen nuestras estructuras mentales. Propugnamos, pues, una identidad relacional que no es única y atávica, sino rizomática, esto es, de raíz múltiple. Ésta comporta la apertura al otro y plantea la presencia de otras culturas y modos de hacer en nuestras propias prácticas, sin miedo a un hipotético peligro de disolución.

La historia ha pasado de escribirse como si estuviese constituida por grandes continentes a ser una especie de archipiélago. El autor entra así en tensión, al tratar de reflejar y relacionarse a la vez con su comunidad y con el mundo. El arte busca simultáneamente el absoluto y su opuesto, es decir, la escritura y la oralidad. No narramos ya desde la palestra privilegiada de la voz única, sino inmersos en una multiplicidad de micronarraciones cuya consecuencia es una nueva cartografía del arte. Ahora ya no se puede decir que Nueva York le robó a París la idea del arte moderno, porque ésta surge en múltiples sitios y porque no hay nada que robar, sólo relaciones que establecer y hacer visibles. Artistas que en la historiografía tradicional podían ser considerados secundarios, derivativos o simplemente tardíos, como Georges Vantongerloo o Mira Schendel, alcanzan su dimensión más compleja. Tienen poco que ver con las búsquedas modernistas y mucho, en cambio, con la fragilidad y expansividad de lo oral.

¿Cómo crear una memoria desde la oralidad? Teniendo en cuenta que coleccionar objetos significa a menudo transformarlos en mercancía, ¿cómo exponemos eventos sin que éstos sean fetichizados? ¿Cómo idear un museo que no monumentalice lo que explica? La respuesta pasa por pensar la colección en clave de archivo. Ambos son repositorios de los que muchas historias pueden ser extraídas y actualizadas. Pero, el archivo las "desauratiza", ya que incluye en el mismo nivel documentos, obras, libros, revistas, fotografías, etcétera. Rompe la autonomía estética, que separa el arte de su historia, replantea el vínculo entre objeto y documento, abre la posibilidad al descubrimiento de territorios nuevos, situados más allá de los designios de la moda o el mercado, e implica la pluralidad de lecturas. La correspondencia que se genera entre el hecho artístico y el archivo produce desplazamientos, derivas, narraciones alternativas y contra-modelos. Nos devuelve el conocimiento y la experiencia estética, y también la posibilidad de aprehender un momento histórico de un modo parecido al que explicaba Peter Weiss en La estética de la resistencia.

El archivo es un topos -un lugar- y un nomos -una norma-, ya que tiene el poder de interpretar los elementos archivados que dice esa ley, la recuerdan y llaman a su cumplimiento. El archivo no sólo garantiza la seguridad física del depósito y del soporte sino que también tiene competencia hermenéutica sobre los mismos. Una ciencia del archivo debe incluir, por tanto, la teoría de esa institucionalización, es decir, de la regla que comienza por inscribirse en ella y a la vez del derecho que la autoriza. Éste fija los límites declarados infranqueables, ya se trate del derecho de las familias o del Estado, los lazos entre lo secreto y lo no-secreto, o, lo que es lo mismo, entre lo privado y lo público, se trate del derecho de propiedad o de acceso, de publicación o de reproducción, de clasificación o de la puesta en orden. La democratización efectiva se mide siempre por este criterio esencial: la participación y el acceso al archivo, a su constitución y a su interpretación. Dar voz al otro significa que éste tenga capacidad de archivar y repensar su propia historia, de contárnosla. La solución pasaría por la constitución de un archivo universal, una especie de archivo de archivos, que no sólo sirviese para cuestionar la propiedad, sino también para dar voz, y escuchar, al que no la tiene.

Las historias requieren de una comunidad que las transmita, de mentes en las que reproducirse, de un terreno de cultivo que les permita evolucionar. Si no quieren mantener su carácter aurático, las narraciones han de cuestionar la noción de autor y renunciar a la idea del genio romántico. Ya no podemos pensar la historia como una sucesión de grandes personajes, ni siquiera como el individuo nómada del momento multicultural, sino como una muchedumbre de secundarios, la multitud anónima e hirviente de sucesos, destinos, movimientos y vicisitudes. El autor es un vehículo a través del cual la "biblioteca" de una comunidad busca replicarse a sí misma.

Es importante que estas historias se multipliquen y circulen lo máximo posible. Si el sistema económico de nuestra sociedad se basa en la escasez, lo que permite que los objetos de arte alcancen unos valores desorbitados, la nueva narrativa se sienta en el exceso, en una ordenación que escapa al criterio contable. En este caso, el que recibe las historias es sin duda más rico, pero el que las cede (narra) no es más pobre. Se trata de constituir federaciones de comunidades libres, un proceso que parte desde abajo y habla de autonomía más que de la toma del poder estatal. No se intenta ya educar a un Estado/nación de un modo uniforme. Tampoco se quiere evitar el vínculo con las instituciones, sino establecer redes y descubrir terrenos nuevos para las prácticas antagónicas. No basta con quejarse de la ingeniería de consenso que se nos impone, sino de manejar sus mentiras, ofreciendo unos mitos y preconstituyendo el terreno sobre el que se distorsionarán los hechos, con el objetivo de reconducir esa distorsión y producir desplazamientos de sentido. -

Guerra, diáspora, racismo... arte


Cuatro jóvenes artistas africanas simbolizan con su obra los males del continente

Originalment a El País
En una de las escenas más famosas de Adivina quién viene a cenar esta noche, de Stanley Kramer, Sidney Poitier suda la gota gorda mientras soporta las miradas recriminatorias de sus blanquísimos futuros suegros. Billie Zangewa (Malawi, 1963) ha recreado esta escena en un cuadro y lo ha titulado La inquisición. El protagonista es aquí igual de negro que Poitier.

"Están convencidas de que a través de su obra lograrán lo que se propongan"

Con mucho sentido del humor y con un dominio primoroso de las sedas, Zangewa plasma la situación de discriminación que sufren en el mundo las mujeres de su raza. Es una de las cuatro jóvenes artistas africanas que exponen en la sede de Casa África en Las Palmas hasta el 27 de febrero. Las otras tres son Aïcha Aïdaira (Senegal, 1969), Bill Kouélany (República del Congo, 1965) y Otobong Nkanga (Nigeria, 1974). La muestra está arropada por una serie de encuentros con escritoras africanas, conciertos y cine.

Las cuatro están convencidas de que a través del arte conseguirán lo que se propongan. Es su llave para entrar en otros mundos y difundir la esencia y la esperanza de África. Están seguras de que ser negras y mujeres no determina una forma de crear, pero sí reconocen una forma común de aunar tradición y modernidad. La guerra, la diáspora, el miedo y la ecología son algunos de los temas a los que se enfrentan estas artistas.

Danielle Tilkin, historiadora experta en África, es la comisaria de la exposición titulada Re/presentaciones: Ellas, explica que ha escogido a estas artistas porque ha ido conociendo su obra a través de expertos que habían tenido la ocasión de ver sus trabajos en algún acontecimiento internacional.

Tilkin, gran conocedora de la obra de Louise Bourgeois, entre otras grandes artistas del siglo XX, cuenta que desde hace más de veinte años quiere hacer una gran exposición centrada en la forma de crear de las mujeres. "Sigo intentando que algún gran museo se interese y, mientras, ayudo a descubrir talentos como el de estas jóvenes creadoras".

Cuando se le pregunta sobre lo que este cuarteto tiene en común, la comisaria señala la forma de combinar tradición y modernidad. Por ejemplo, las telas, los tejidos tan importantes en la cultura africana están aquí muy presentes. La senegalesa Aïcha Aïdaira utiliza retales de paños para contar historias íntimas. "En Senegal", explica, "el paño es algo tan sagrado que sólo lo tejen los hombres. Nosotras podemos manipularlo, pero sólo ellos son los encargados de tejerlos". Sus retales reproducen un telar, esa es su forma de transgredir la realidad.

Otra curiosa constante en las piezas expuestas es la presencia de las agujas. La obra de la nigeriana Otobong NKanga se centra en las agresiones que sufre el planeta. Protesta contra la explotación abusiva de los recursos naturales con piezas en las que atraviesa los troncos de los árboles con una lluvia de agujas de coser.

La congoleña Bill Kouélany entra de frente en el tema de la violencia y exhibe una serie de obras con siluetas masculinas cuyas piernas y brazos adoptan formas de armas letales. Son hombres que caminan a lo lejos con aire desafiante. La misma amenaza que sufre su continente y, de manera especialmente dura, las mujeres africanas.

dijous, 18 de desembre del 2008

Los artistas plásticos ya tienen su ley de derechos de autor

La Comisión de Cultura dará curso este jueves a una nueva normativa de propiedad intelectual - Los creadores cobrarán por la reventa de sus obras

Originalment a El País

unque muy poca gente lo sabe, los artistas también cobran derechos de propiedad intelectual cada vez que se revende una obra suya más allá de la primera transmisión. Para ser más exactos, deberían cobrarlos, pues así lo recoge la Ley de Propiedad Intelectual vigente: el 3% siempre que el importe de la operación supere los 1.800 euros. "Pero en la práctica, sólo lo aplicaban algunas casas de subastas", explica Rafael Simancas, presidente de la Comisión de Cultura del Congreso.

Los galeristas creen que la reforma puede perjudicar a los jóvenes

"No es lógico pagar si en la venta se pierde dinero", dice Soledad Lorenzo

Las cosas van a cambiar a partir del próximo jueves: la comisión tiene previsto aprobar ese día la ley relativa al derecho de participación en beneficio del autor de una obra de arte original. Tiene competencia legislativa plena, lo que supone que el texto irá directamente al Senado, sin necesidad de pasar por el pleno del Congreso. Es la transposición de una directiva europea que debería haberse incorporado a la legislación española en 2006.

¿Qué cambia la nueva norma? En primer lugar, define de forma explícita qué operaciones generan derechos para los artistas: todas las reventas "en las que participen, como vendedores, compradores o intermediarios, profesionales del mercado del arte tales como salas de venta, salas de subastas, galerías de arte, marchantes de obras de arte y, en general, cualquier persona física o jurídica que realice habitualmente actividades de intermediación en este mercado".

Es decir, quedan fuera tan sólo las operaciones que se realicen directamente entre particulares, "que actúen a título privado, sin la participación de un profesional del mercado del arte". Además, según la nueva legislación, los artistas ya no cobrarán un porcentaje fijo -el citado 3%- de las reventas de una obra plástica más allá de la primera transmisión, sino un porcentaje variable que se calcula por tramos (véase el cuadro adjunto). El derecho surgirá siempre que el precio de la reventa supere los 1.200 euros y en ningún caso el importe total del royalty superará los 12.500 euros. Según la ley, el derecho de participación es "inalienable, irrenunciable, se transmitirá únicamente por sucesión mortis causa" y se extinguirá a los 70 años de la muerte del autor. En caso de que los derechos de participación no se paguen porque no haya identificado a sus titulares ni se hayan reclamado, pasarán a engrosar el Fondo de Ayuda a las Bellas Artes. La única circunstancia que no dará pie al cobro de derechos de autor será la reventa de obra adquirida por el vendedor directamente al autor, siempre que no hayan pasado más de tres años desde ese momento y el precio de la operación no supere los 10.000 euros.

La tramitación de la ley no ha estado exenta de polémica. Los primeros detractores del derecho de participación son los galeristas, que consideran que el derecho de participación se acaba convirtiendo en una tasa que encarece el precio final. "La ley mete en el mismo saco a las galerías y a las grandes casas de subastas", se queja Fernando Cordero de la Lastra, de la galería La Caja Negra. "Nosotros tenemos una relación profunda con el artista, lo promocionamos, elaboramos sus catálogos... No somos un mero establecimiento mercantil", añade. Su colega Guillermo de Osma apunta que muchos galeristas pueden sentirse tentados de no comprar obras de sus artistas para evitar que se genere el derecho si las piezas se revenden, lo que va en detrimento de la labor de promoción de los artistas, sobre todo de los más jóvenes: "Al final, te puedes hacer más conservador y no compras obra de creadores no conocidos".

Para Soledad Lorenzo, lo más cuestionable de la ley es que el derecho se aplica sobre el precio de la reventa, pero no se tiene en cuenta si esa operación ha generado un beneficio o una pérdida para el vendedor: "Nosotros habíamos pedido que se calculase sobre la plusvalía, en caso de que la hubiese. No es lógico que, además de tener pérdidas en una venta, haya que pagar el derecho".

Los legisladores, por el contrario, sí que han eliminado en las últimas semanas del borrador del proyecto de ley uno de los puntos más controvertidos del texto: que la gestión del derecho de participación debería hacerse a través de entidades de gestión de derechos de propiedad intelectual. Esto, en la práctica, concedía el monopolio en este campo a la Vegap, la sociedad que en España se ocupa de la gestión de los derechos de autor de los creadores visuales. Al final, esta afiliación no será obligatoria para los artistas.

¿Y qué opinan éstos? En general, claro, son partidarios de que se reconozca su derecho a recibir una porción de las reventas de sus obras. "Yo lo defiendo por lógico", afirma Rafael Canogar. La misma opinión merece entre los artistas jóvenes. "Me parece razonable si hay gente lucrándose detrás de las reventas", señala Nicolás Combarro quien defiende, no obstante, que no se grave a las galerías que compran por primera vez a un artista aún no consagrado. Y, sin embargo, no faltan opiniones disidentes. Según el joven creador David Rodríguez Caballero, el artista no debería cobrar después de la primera venta: "Al final, eso puede crear una máquina de hacer dinero que lleva a vivir de las rentas".

Los artistas cobrarán un 4% por cada obra que se revenda por más de 1.200 euros

Hasta ahora los creadores podían recibir un porcentaje, pero sólo si lo reclamaban activamente.

Originalment a El Pais
Los artistas plásticos cobrarán en España un 4% de cada reventa de una obra suya siempre que ésta supere los 1.200 euros y no llegue a los 50.000, un "canon" que irá bajando paulatinamente una vez traspasado ese umbral, según la trasposición de la ley que regula el llamado derecho de participación. Aunque la ley no se publicará en el BOE hasta enero, con su aprobación en el último Pleno del Senado -dado que el dictamen procedente del Congreso no fue modificado- se da por cumplido el requisito de aprobar la trasposición antes de fin de año para eludir la sanción de la UE, ha explicado hoy a Efe el portavoz del PP en la Comisión de Cultura del Congreso, José María Lassalle.

La obligada trasposición de la Directiva que regula el derecho de participación de los artistas plásticos en los beneficios de la reventa de sus obras fue la que alentó la ley española, que cuando comenzó su debate en octubre partía de una propuesta inicial del Gobierno de que el umbral mínimo fuera de 3.000 euros, y que su recaudación fuera obligada, lo que enfrentaba a galeristas y artistas.

Hasta ahora, el autor de una obra plástica original tenía que recibir el 3% del precio cada vez que ésta se revendiera por más de 1.800 euros pero sólo se abonaba si él o sus herederos así lo reclamaban, algo que, según las fuentes consultadas por sucedía "rara vez". A los galeristas les parecía "apropiado" que el mínimo por el que se generaran derechos de autor se subiera a 3.000 euros, mientras que para los artistas ese tope era un "desaguisado" porque dejarían de cobrar derechos el 78% de ellos, que venden por debajo de esa cantidad.

Sin solicitar

Tampoco es obligatorio, como se pretendía al principio, que el artista solicite el cobro del derecho ni que éste se solicite a través de una entidad de gestión colectiva. En el cobro de esos derechos no se incluyen las transacciones entre particulares o lo que se denominan ventas "promocionales" entre galerías y autor, y siempre y cuando la venta esté por debajo de los 10.000 euros. Ese derecho, que no tiene que ver con el que el autor tiene sobre la reproducción de su obra, se genera siempre que el primer comprador vende la pieza a un segundo antes de tres años -después de ese tiempo no hay que abonarlo- y ya, a partir de esa vez, siempre que cambie de manos.

El porcentaje del 4% irá bajando paulatinamente una vez que se traspasen los 50.000 euros y el máximo que podrá percibirse es de 12.500 euros. Tanto el PSOE como el PP han subrayado el "consenso" con el que se ha aprobado la Ley aunque Lassalle ha lamentado que les preocupa "la cesión" que se ha hecho a los nacionalistas de permitir la "territorialización y parcelación" del llamado Fondo de Bellas Artes. El PSOE, CiU y ERC han acordado que sean las Comunidades Autónomas quienes gestionen el Fondo de Bellas Artes, nutrido por los derechos de los autores no identificados.

dimecres, 17 de desembre del 2008

"infinite images"

Nova aplicació d'Adobe

diumenge, 14 de desembre del 2008

Diari escola: Xarxes socials: Facebook

Originalment a Vilaweb

Un dels fenòmens més efervescents d'internet és el de les anomenades xarxes socials, punts d'aplec d'usuaris que comparteixen amistat, interessos o afeccions.
D'aquestes xarxes socials, una de les més populars és Facebook, que es disputa l'hegemonia mundial amb MySpace, totes dues amb seu als Estats Units. Facebook fou fundada el febrer del 2004 per Mark Zuckerberg, aleshores estudiant de la Universitat de Harvard, la més antiga dels Estats Units.
Inicialment era accessible als estudiants d'aquella universitat i prou, que s'hi van afegir de seguida: si fa no fa la meitat, solament durant el primer mes de funcionament. No gaire després es va estendre a més universitats nord-americanes: Colúmbia, Stanford i Yale.
Avui Facebook és present a tot el món i compta cent vint milions d'usuaris llargs, més de la meitat dels quals externs a l'àmbit universitari. Ara mateix el creixement més notable és entre gent de vint-i-cinc anys o més.
Aquests últims mesos Facebook ha estrenat versions en una vintena de llengües, inclosa la catalana, accessible des de la primeria del mes de juny, mercès als centenars d'usuaris catalans que es van encarregar de fer-ne la traducció.

dissabte, 13 de desembre del 2008

Teca

Una intervenció domèstica, es tracte de col·locar tots els objectes de la casa de major a menor o de menor a major segons es doni el cas, depenent de la funcionalitat de l'espai etc, en aquest cas, l'espai és la cuina on les botelles d'oli queden a ma. per tal de que siguin més accessibles.



Copyrigth Jaume Orejuela · 2008

Cirugeda

Aquí vos mostros una instantània que vaig fer de passeig per girona, es tracta d'una de les maquetes que formen part de l'exposició de l'artista Santiago Cirugeda. També vos comvido a fer una volta per la seva web,